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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El sí, el no y la insinuación

La respuesta de Puigdemont vulnera una de las máximas de la conversación leal según Paul Grice: la máxima de claridad

Carles Puigdemont en el homenaje a Lluís Companys. Vídeo: La carta de Puigdemont y la respuesta de Catalá.Vídeo: Pau Barrena (AFP) EPV
Álex Grijelmo

La gramática académica del español (página 3.156) define lo que son las “interrogativas totales” y las “interrogativas parciales”.

Las interrogativas totales fuerzan a elegir entre dos opciones opuestas. Si preguntamos “¿estuviste ayer en Murcia?”, sólo cabe elegir entre el sí y el no. Las preguntas parciales, sin embargo, dejan abiertas más posibilidades: “¿Dónde estuviste ayer?”.

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Dentro de las “interrogativas totales”, se consideran dos opciones: las “interrogativas polares” y las “interrogativas alternativas”. Las primeras solicitan que se elija entre dos opciones sólo diferenciadas por la afirmación o la negación. Por ejemplo, si alguien pregunta “¿estás preparado?”, sólo se responde bien con un “sí” o un “no”. La segunda clase de interrogativas totales ofrece en la pregunta misma varias opciones: “¿Nombramos a Juan, a Elena, o a Eduviges?”. Estas ya no se ciñen a un sí o a un no, pero ofrecen toda la información necesaria a fin de que la respuesta se circunscriba a esas posibilidades.

La gramática también prevé la posibilidad de que se pregunte algo por vía directa o indirecta. Una pregunta directa sería “¿fuiste ayer al teatro?”; y una indirecta, “quisiera saber si ayer fuiste al teatro”.

Mezclando correctamente todas esas previsiones gramaticales, el Gobierno planteó la pasada semana al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, una pregunta total polar indirecta. Porque acordó requerirle “que confirme si alguna autoridad de la Generalidad de Cataluña ha declarado la independencia de Cataluña”; para solicitar a continuación “su respuesta afirmativa o negativa”, por si cupiera alguna duda gramatical al respecto.

En una conversación leal, ante una interrogativa total polar sólo caben un sí o un no, o circunloquios equivalentes. No se concibe filosóficamente nada en el medio. Preguntas como “¿eres licenciado en arquitectura?”, “¿naciste en Valencia?”, “¿te llamas Recaredo?”... admiten únicamente respuestas afirmativas o negativas, ya sean implícitas o explícitas, al margen de que luego se puedan matizar (pero una vez emitidas). Por ejemplo: “No soy licenciado en arquitectura, me falta un curso”; “sí, nací en Valencia pero no vivo allí”; “sí, me llamo Recaredo pero me llaman Reca”.

Por tanto, Puigdemont sólo disponía de esas dos opciones si deseaba responder lealmente a lo que se le pedía. Cualquier respuesta debía empezar con una afirmación o una negación. Y no lo hizo. Su contestación vulneró por tanto una de las máximas de la conversación leal y eficaz según las definió el filósofo británico Paul Grice (1913-1988): la máxima de claridad.

Esta máxima debería constituir un pilar de la comunicación política, pero cada día vemos cómo se vulnera.

Sin embargo, Puigdemont sí responde indirectamente, y entre líneas, a la pregunta que le planteó Rajoy. Se apea de la claridad, pero se apunta a la insinuación. Y dice: “La suspensión del mandato político surgido de las urnas el 1 de octubre demuestra nuestra firme voluntad de encontrar la solución y no el enfrentamiento”.

Se percibe un cambio en esas palabras. Porque define así, en una segunda vuelta, lo que ocurrió en el pleno del martes 10 de octubre (que era el asunto sobre el que se le preguntaba): allí se produjo, dice, “la suspensión del mandato político”. Como se ve, modifica ahora su uso anterior del concepto “suspender”: Si aquel día dijo “propongo que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia”, ahora cambia el sintagma que recibe la acción y menciona “la suspensión del mandato político surgido de las urnas”. Por tanto, no se suspende ya la declaración de independencia (que, por otro lado, nunca se produjo formalmente), sino “el mandato político” surgido del referéndum ilegal. Eso permite interpretar que el presidente catalán concede un segundo paso atrás. Ahora ya no da a entender que declaró la independencia y luego la suspendió, sino que precisa que se produjo un mandato en las urnas y se suspendió la intención de hacerle caso. Entre una y otra acción ha desaparecido la acción intermedia, y crucial, de declarar la independencia.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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