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Tribuna
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Un fracaso anunciado

Tras las últimas elecciones, el PP ha desaparecido prácticamente de Cataluña

Xavier García Albiol y Mariano Rajpy, durante la campaña del PP en las recientes elecciones catalanas.
Xavier García Albiol y Mariano Rajpy, durante la campaña del PP en las recientes elecciones catalanas.JAVIER SORIANO (AFP)

Si nos remontamos a 1995 nos encontramos con un PP de Cataluña en alza sin precedentes liderado por Aleix Vidal Quadras que puso nervioso hasta la exasperación a Pujol y había desbancado el reinado de “los Fernández”, que pastorearon, primero AP y luego el PP, durante decenios. Pero Alejo —o Aleix, tanto monta— ya decía que se sentía como Gulliver en el reino de Liliput y que unos enanitos, por medio de las más increíbles (que luego aparecieron por medio de escuchas) artimañas, le iban derribando poco a poco. Aznar me pidió que me presentase a las elecciones de 1996 y que, de algún modo, mediase entre fernandistas y vidalquadristas.En medio de toda esa melé, Trias de Bes, antiguo convergente huido de las fauces pujolistas, sería el cabeza de lista del PP en las elecciones generales. En seguida me di cuenta de que la única opción que tenía calidad política y moral era la de Vidal Quadras y - mi papel quedó vinculado a quien entonces ostentaba la presidencia del PP catalán: Alejo Vidal Quadras.

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En las elecciones de marzo de 1996 el PP cosechó un éxito penoso debido, en gran parte, a los míseros resultados que obtuvo en Cataluña. Aquí estaban todos peleados. Los de Trias de Bes contra los Fernández y los de Vidal Quadras. Los Fernández intentando aliarse con Pujol, al que admiraban, dicho sea de paso. Y los de Vidal Quadras, como el gigante de Liliput, derribados por los suelos. A todo esto, en Madrid, un Aznar noqueado no sabía qué hacer porque, por si fuéramos pocos, Gallardón le intentaba hacer la cama aliándose con Felipe González. Fueron días intensos que terminaron con el pacto del Majestic, con Rato de urdidor principal. Con todo, la estrategia de Gallardón habría sido la acertada, si en lugar de intentar apuñalar a Aznar por la espalda, le hubiese convencido para gobernar en coalición con los socialistas y no caer en las garras de nacionalismo. Una utopía, entonces.

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El PP en Cataluña acabó en manos de un jovencísimo Alberto Fernández que hacía lo que le ordenaban en Génova, mientras su hermano Jorge iniciaba su carrera madrileña de la mano de un Rajoy que no soportaba a Vidal Quadras. Entonces, ante la ausencia de crítica a las tropelías pujolísticas, nació en diciembre de 1996 el Foro Babel creado por escritores, profesores y artistas como Rosa Regás, Ana María Moix, Félix de Azúa, Albert Boadella, Francesc de Carreras y mi hermano Carlos, prematuramente fallecido unos años después. Ellos fueron la única voz que clamó en el desierto, el llamado oasis catalán, donde no se movía una hoja que no controlase Pujol, al que se atribuían dotes taumatúrgicas y que acariciaba un sueño: ruralizar Barcelona y su área metropolitana. De ese Foro Babel, de ese PP sin presencia y colonizado por CiU, nació Ciudadanos, un movimiento residual que fue alcanzando cotas, dos, tres diputados, que ni ellos mismos se creían. ¿Quién les votaba?, se preguntaba mucha gente incrédula. ¿Pero quién vota a ese tal Rivera que se le ocurre salir en pelota picada en un anuncio electoral?

De ese Foro Babel nació Ciudadanos, un movimiento residual que fue alcanzando cotas que ni ellos se creían

A estos atípicos y jóvenes inconformistas, moldeados intelectualmente por Francesc de Carreras, les votaban todos aquellos que estaban hartos: hartos de Pujol y de sus mentiras, hartos de pagar el 3%, hartos de que se les multase por rotular en castellano, hartos de la queja permanente y del España nos roba, hartos de estar hartos y, sobre todo, hartos y escandalizados de que asesinos e inductores de terrorismo liderasen sindicatos, recibiesen la Creu de Sant Jordi o se les pusiese su nombre a plazas publicas. Mientras tanto, en el PP de Cataluña se dedicaban a apoyar a CiU, a montar escuchas ilegales o a la guerra sucia en lugar de poner orden en su casa y en sus cosas. Sólo en la época de Josep Piqué, un PP con ideas políticas logró salir del atolladero. Pero Pique, como Gulliver, fue nuevamente derribado por los liliputienses; y quizás, también, por su propia ambición, ya que no quiso pactar ni con Vidal Quadras ni con Jorge Fernández. Soy testigo excepcional de ello.

Hoy el PP está prácticamente desaparecido de Cataluña. En cambio, Ciudadanos sí tiene una política, la única posible: enfrentarse al nacionalismo supremacista sin un segundo de tregua y de descanso para conseguir, un día, una mayoría que pueda gobernar con la Constitución y el Estatut en la mano. Si el PP se apunta a esta política podrán ser relevantes, de lo contrario, desaparecerán. Y no lo olvidemos: si no pactan con quienes sin fisuras aunque con reformas defienden la Constitución, o sea PSOE (y PSC) y Ciudadanos, desaparecerán de Cataluña primero; y luego del resto de España.

Jorge Trias Sagnier es abogado, escritor y exdiputado del PP.

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