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Cinco claves del acuerdo nuclear iraní que Trump ha roto

El pacto, del que el republicano ha retirado a EE UU, ha retrasado un año el desarrollo de una posible bomba atómica y ha abierto incipientemente a Irán a la economía global

Trabajadores en la planta nuclear iraní de Bushehr, en una imagen de 2010.Vídeo: Reuters | EPV

El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció este martes en la Casa Blanca la salida de Washington del acuerdo nuclear iraní, lo que coloca a la primera potencia en un rumbo de enfrentamiento directo con Teherán e ignora la reiterada petición europea de continuar en el pacto. El republicano debía decidir antes del sábado si mantenía levantadas, como había hecho hasta ahora, las sanciones a Irán relacionadas con su cumplimiento del convenio. Trump advirtió en enero a Europa de que, si el acuerdo no se endurecía, EE UU volvería a imponer sus penalizaciones a Irán, lo que rompería la esencia del pacto.

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Estas con las cinco claves del acuerdo:

La firma del pacto

Tras maratonianas rondas de negociación, seis potencias e Irán sellaron en julio de 2015 en Viena un acuerdo por el que Teherán reducía su programa nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones internacionales que estrangulaban su economía. El pacto se consideró una victoria de la diplomacia por debilitar enormemente, sin recurrir a una arriesgadísima acción militar, la amenaza de Teherán de desarrollar un arma atómica.

Los países firmantes fueron los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE UU, Rusia, China, Reino Unido y Francia), Alemania e Irán. El órgano ejecutivo de la Unión Europea también participó en las negociaciones. El objetivo de fondo de los firmantes era que, al sacar a Irán del ostracismo internacional, el pacto enterraría definitivamente las ambiciones atómicas del régimen de los ayatolás y rebajaría sus injerencias territoriales. Eso propiciaría un incipiente deshielo con Occidente y sobre todo con EE UU, con el que Irán no mantiene relaciones diplomáticas desde 1980. El acuerdo apenas contempló que un país pudiera decidir abandonarlo.

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Retrasar una posible bomba

El pacto, que entró en vigor en enero de 2016, impone restricciones al programa nuclear iraní y que son supervisadas por la agencia atómica de la ONU. La clave del acuerdo consistió en alargar el tiempo que necesitaría Irán para desarrollar, si es que lo decidiera, una bomba atómica. Se pasó de un plazo estimado de entre dos y tres meses a uno de un año. Es decir, si se cancelara el pacto nuclear, Teherán tardaría ahora al menos un año en tener una bomba, lo que daría tiempo a la comunidad internacional de tratar de evitarlo.

Para producir una bomba, es necesario enriquecer uranio o plutonio. En el acuerdo, Irán se compromete a desconectar dos tercios de sus centrifugadoras, sacar del país el 98% de su uranio enriquecido y llenar de cemento su principal reactor de plutonio. Según la ONU, Teherán está cumpliendo esas condiciones. Pero hay otro plazo temporal clave en el acuerdo: buena parte de las restricciones tienen una vigencia de 15 años. Esta es una de las principales críticas de los detractores del pacto.

Levantamiento de sanciones

A cambio de esas restricciones, se levantaron las sanciones de EE UU, la UE y la ONU impuestas en el pasado para tratar de forzar a Irán a frenar su programa nuclear. Al firmar el pacto, Teherán tuvo acceso a unos 100.000 millones de dólares que estaban congelados en el extranjero y pudo volver a vender petróleo en el mercado internacional y utilizar el sistema financiero global.

En base a unas condiciones impuestas por el Congreso, el presidente estadounidense debe decidir cada 120 días si mantiene levantadas las sanciones a Irán. El 12 de mayo es la próxima fecha límite, lo que explica que llegue ahora el anuncio de Trump. Por ejemplo, al reimponer los castigos, EE UU penalizaría presumiblemente a los países y compañías que compren petróleo iraní al dificultarles su acceso al sistema financiero estadounidense.

Riesgo para gigantes empresariales

La esencia de la decisión de Trump recae en su alcance. Es decir, será clave analizar la letra pequeña de las nuevas sanciones para esclarecer si pueden afectar a las multinacionales que, tras la firma del acuerdo nuclear, han hecho negocios con Irán. Por ejemplo, el gigante energético francés Total ha firmado con Irán inversiones por valor de 4.800 millones de dólares. Las multinacionales europeas Airbus, Siemens y Peugeot también tienen negocios en el país persa. Otro posible afectado es el fabricante estadounidense Boeing que, gracias a una exención en el pacto nuclear, ha acordado vender 110 aviones a Irán por valor de 20.000 millones de dólares.

¿Qué dicen los defensores y detractores del pacto?

Los defensores del acuerdo, impulsado por la anterior Administración de Barack Obama y con Europa en cabeza, esgrimen que fue la presión de las sanciones lo que llevó a Irán a la mesa de negociación y que el acuerdo es la mejor vía para evitar el desarrollo de una bomba atómica y una carrera nuclear en la región más volátil del mundo.

Los críticos -encabezados por Trump, Israel y Arabia Saudí- argumentan que es un pacto insuficiente porque ha dado oxígeno económico a Irán, no ha abordado su apoyo a grupos terroristas ni el desarrollo de su programa balístico. Los firmantes del pacto decidieron dejar esos asuntos al margen porque si no la negociación hubiese sido prácticamente imposible, y confiaron en que el acuerdo sería un acicate que llevaría a Teherán a mejorar su comportamiento en la arena internacional. A petición de Trump, la UE ha estudiado en las últimas semanas vías para presionar a Irán por algunas de esas acciones desestabilizadoras, como su apoyo a Hezbollá en Líbano.

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