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La alcaldesa militante sin partido

Carmena ha trabajado siempre desde la izquierda pero a distancia de las organizaciones políticas

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, asiste a la clausura del I Foro Internacional de Migraciones y Convivencia Ciudadana. En vídeo, la regidora anuncia su candidatura para 2019.Vídeo: ULY MARTÍN / EPV
Gloria Rodríguez-Pina

A la magistrada Manuela Carmena (Madrid, 1944) no le cuadraba que los ciudadanos declaren de pie en los juzgados por una supuesta cuestión de respeto. Le parecía algo "medieval", "inadmisible" en una democracia del siglo XXI. “El objetivo del proceso es un acto de comunicación, un diálogo”, reflexionaba en el blog Reinventemos la Justicia, que creó cuando se jubiló en 2010 tras 30 años de ejercicio en los que fue una referencia en la defensa de los derechos humanos. Impulsó organizaciones progresistas siempre desde una posición independiente.

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La alcaldesa en la que se convirtió aquella jueza en 2015, cuando una campaña ciudadana sin precedentes consiguió gobernar Madrid, tampoco quiere ser una política subida a un estrado. Para ella una autoridad es alguien sin privilegios cuya existencia misma solo se justifique en el acierto de las medidas que desarrolle. Su idea de la política es trabajar muchas horas para organizar y gestionar lo público. Las chanzas entre parlamentarios, las visitas a los mercados en campaña, los mítines electorales en los que el candidato arenga a las masas le disgustan. A ella no le salen y además, le parecen "bobadas", "folclore".

Antes de ser jueza y alcaldesa, Carmena fue abogada laboralista. Con unos compañeros fundó un despacho en la calle Atocha de Madrid, en los últimos años de la dictadura. Allí defendían a obreros y detenidos durante el franquismo, y fueron víctimas del atentado fascista que mató a varios de sus colegas. En aquellos años militó también en el Partido Comunista; fue la fórmula que eligió la joven abogada de izquierdas para luchar contra la dictadura. Lo dejó cuando decidió hacer las oposiciones. Jamás volvió a militar en un partido pero nunca dejó de procurar mayor igualdad y justicia para todo el mundo.

Cuando aceptó ser candidata de Ahora Madrid insistió en desvincularse de los partidos en general y de Podemos en particular. Aceptaba liderar la lista, pero no perder su independencia. Por eso no sorprende la fórmula que ha elegido para repetir en las próximas elecciones. Volverá a concurrir pero con el equipo que ella conforme, sin siglas y con el programa que ella decida. Durante su mandato como alcaldesa, en momentos críticos como la destitución de Carlos Sánchez-Mato (IU) como concejal de Hacienda, Carmena ha recordado que las posturas de los partidos "no deben entrar en las decisiones del Ayuntamiento de Madrid" porque Ahora Madrid se configuró para trascender las siglas de IU, Podemos y Equo.

Carmena es estudiosa y sistemática. Toma las decisiones después de escuchar a los técnicos y analizar los encajes normativos, más centrada en lo posible que en las promesas. Es dialogante, busca el acuerdo. Defiende la crítica, interna y ciudadana, no solo como protesta legítima, sino como avisos necesarios para evitar las autoridades se envanezcan. Pero también toma decisiones firmes que han abierto fisuras entre los suyos, como cuando cesó a los concejales Carlos Sánchez-Mato, Guillermo Zapata y Celia Mayer.

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Con 74 años, Carmena mantiene su pasión por la bicicleta y los paseos y no perdona sus escapadas ciclistas veraniegas en algún país europeo. Amanece antes que el sol y llega a trabajar a primera hora, preferiblemente en metro o en autobús. Así aprovecha para escuchar a los ciudadanos, su mejor fuente de información sobre qué no funciona en la ciudad.

El ritmo que mantiene a su edad con la alcaldía, el área de Cultura y Deporte, que lleva personalmente, y su vida familiar -está casada con el arquitecto Eduardo Leiva y tiene dos hijos, Eva y Manuel-, se entiende mejor al conocer su hiperactividad al jubilarse. Cuando colgó la toga se fue a trabajar con el Gobierno vasco de Patxi López en un decreto sobre las víctimas de la violencia política, hizo un viaje de unos meses a Congo, creó su blog sobre una justicia diferente, desarrolló un juego de mesa (Play-tos) y escribió un libro. Además, montó una ONG a través de la cual creó un empresa social: una tienda de ropa de bebé en la que participan presos. La campaña electoral de 2019 la afrontará con 75 años pero, como se desprende de su decisión, con las mismas ganas de actividad y autonomía.

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