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Tusk plantea una prórroga máxima de un año del Brexit para no importar el caos político de Londres

El club acusa los primeros síntomas de división, con una minicumbre a iniciativa de Bélgica que ha provocado malestar en las instituciones comunitarias y en la mayoría de socios

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y la alta representante de la UE para la Política Exterior, Federica Mogherini. En vídeo, el Consejo Europeo trata hoy un nuevo aplazamiento del Brexit.Foto: atlas | Vídeo: Olivier Hoslet

La Unión Europea celebra este miércoles una cumbre extraordinaria para evitar que el Reino Unido abandone el viernes, 12 de abril, el club comunitario de manera abrupta y desordenada. Los 27 socios comunitarios coinciden en que resulta imprescindible aplazar de nuevo el Brexit, al menos hasta el 22 de mayo. Pero discrepan sobre el plazo de la prórroga y las condiciones que deben exigirse a Londres para concederla. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha planteado oficialmente este martes una prórroga de hasta un año con ciertas condiciones. Pero varios países, liderados por Francia, se resisten a una prórroga tan larga por miedo a contagiarse del caos político reinante en Londres. La UE ya presenta los primeros síntomas de tensión y división interna provocados por un proceso de divorcio interminable.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha planteado una prórroga máxima de 12 meses en la carta de convocatoria de la cumbre enviada este martes. Tusk asegura en la carta que esa es la mejor fórmula para que "el Reino Unido sea libre de salir [del club] cuando esté listo". El presidente del Consejo añade que "los 27 evitarían así una cadena de cumbres sobre el Brexit". El borrador precisa que durante ese plazo de un año, según el plan de Tusk, Reino Unido podría abandonar el club el primer día del mes posterior a la ratificación del Tratado.

El primer borrador de conclusiones de la cumbre señala que "la extensión deberá durar solo lo que sea necesario y no más allá de" una fecha por determinar y que, de momento, aparece entre corchetes en ese primer tanteo de una negociación que se prevé larga durante las próximas 24 horas.

Tusk intenta tranquilizar a los países inquietos por la permanencia en el club de un socio dispuesto a marcharse en cualquier momento, pero con plenos poderes de intervención en la Comisión, el Parlamento y el Consejo Europeo.

"Para resolver esas preocupaciones, deberíamos pactar una serie de condiciones", propone Tusk. "La no reapertura del Acuerdo de Retirada, la no negociación sobre la relación futura, salvo en lo relativo a la Declaración Política; que el Reino Unido mantenga su cooperación leal durante este período crucial, de manera que refleje su situación como Estado miembro de salida", sugiere el presidente del Consejo.

El borrador de conclusiones también subraya la obligación de que el Reino Unido participe en las elecciones de mayo al Parlamento Europeo si continúan en el club más allá del 22 de mayo. Y que, de no hacerlo, el país quedaría automáticamente fuera de la UE el próximo 1 de junio.

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Tanto la duración del plazo como las condiciones manejadas por Tusk parecen condenadas a toparse con la resistencia de varios países, encabezados por Francia. El presidente francés, Emmanuel Macron, parece dispuesto a una prórroga larga pero no de un año y siempre sujeta a condiciones muy estrictas, según fuentes del Elíseo. Francia y España, entre otros países, temen que la continua prolongación del Brexit acabe paralizando a la UE.

La Unión Europea había salido hasta ahora prácticamente indemne del caos político que atraviesa el Reino Unido desde el referéndum del Brexit en 2016. Pero los socios comunitarios empiezan a acusar una evidente fatiga tras una negociación de casi año y medio sobre el Acuerdo de Retirada y cinco meses de infructuosos esfuerzos para ayudar a la primera ministra británica, Theresa May, a lograr la ratificación del texto en su Parlamento.

La petición de May de una segunda prórroga del Brexit hasta el 30 de junio (ya se aplazó del 29 de marzo al 12 de abril) no ha hecho sino acrecentar el riesgo de fisura del club comunitario, forzado una vez más a pactar por unanimidad el plazo y condiciones de esa extensión.

Los 27 se reúnen este miércoles (a partir de las 18 horas) en Bruselas para sopesar la petición de la primera ministra. Y aunque todas las fuentes reconocen que impera la voluntad de dar una nueva extensión a Londres, nadie se atreve a aventurar el resultado de una cumbre de máxima carga política a solo 48 horas del precipicio de un Brexit sin acuerdo si no se desactiva el ultimátum del 12 de abril. 

Fuentes diplomáticas dan por prácticamente por seguro que ese primer plazo quedará anulado y que se aplazará el Brexit, como mínimo, hasta el 22 de mayo, una fecha que había quedado supeditada a la aprobación del Acuerdo de Retirada por parte del Parlamento de Westminster.

May ha incumplido una vez más esa condición y el Acuerdo sigue sin aprobarse. Pero aun así, se le prolongará, con toda probabilidad, el período de gracia. Primero, por su decisión de iniciar los trámites para que el Reino Unido celebre las elecciones al Parlamento Europeo el 23 de mayo si para entonces aun sigue dentro del club, como parece cada vez más probable. Y segundo, como recompensa a su apertura de negociaciones con la oposición laborista para intentar forjar una mayoría parlamentaria favorable al acuerdo.

La gran bronca entre los 27 puede estallar, sin embargo, en torno a la posibilidad de aplazar el Brexit más allá del 22 de mayo. May se conforma con una prórroga técnica hasta el 30 de junio, dando por supuesto que para entonces habrá logrado la ratificación del tratado de salida. Pero su optimismo se ha revelado ya muchas veces infundado y Bruselas duda mucho de que sea capaz de cumplir su enésima promesa.

Francia, el país más reacio a prolongar la agonía, estaría dispuesto a aceptar una prórroga de nueve meses siempre y cuando se fijen estrictas condiciones sobre la continuidad del Reino Unido en el club para garantizar su "comportamiento leal". La revisión de esas condiciones podría también ser mensual, aunque hay muchas dudas sobre el margen de maniobra de la UE en caso de que Londres incumpliese alguna de las condiciones.

El Gobierno de Pedro Sánchez secunda también esa posición dura. Fuentes españolas apuntan el riesgo de que la presencia británica en las instituciones envenene la convivencia y no solo dañe la actividad del club sino que incluso ponga en peligro la imprescindible relación futura con Londres. Una catástrofe diplomática a la que Bruselas no se quiere arriesgar.

Cumbre del mar del Norte

Antes de la cumbre, May hizo este martes su enésima ronda de ruegos por las principales capitales, con una visita a la canciller alemana, Angela Merkel, y al presidente francés, Emmanuel Macron, los dos extremos de la tolerancia y exigencia del club con Londres, respectivamente.

La cuña británica, inofensiva durante muchos meses, empieza a hacer mella y el frente común de la UE se disgrega. Este miércoles, en una decisión sin precedentes durante el proceso de divorcio, un reducido grupo de países se reunirá antes de la cumbre a instancias del primer ministro de Bélgica, Charles Michel. La cita, según un portavoz de Michel, reunirá "a los países que bordean el mar del Norte" con el objetivo de prepararse "ante las consecuencias potenciales del Brexit en diferentes niveles, como aduanas, controles fronterizos, etcétera".

El encuentro, sin embargo, se planteó inicialmente como una minicumbre para los socios potencialmente más afectados por un Brexit sin acuerdo, al que estarían convocados, según fuentes diplomáticas. A la cita estaban convocados Alemania, Francia, España, Holanda, Dinamarca, Suecia e Irlanda.

Pero la convocatoria disparó las alarmas de las instituciones europeas, que temían la imagen de división. Y provocó malestar entre varios socios no invitados, en particular, Italia. Bélgica ha optado por reformular la cita y convertirla en una reunión de países del mar del Norte.

Fuentes españolas confirman que Pedro Sánchez fue invitado a la primera convocatoria, pero que declinó su participación por motivos de agenda. Bélgica, sin embargo, rebajó el alcance de la reunión ante el revuelo diplomático y aseguró que "solo los países vecinos del mar del Norte han sido invitados".

La reunión, en todo caso, ha causado un visible malestar, patente en la reunión del martes de los representantes permanentes de los Estados miembros ante la UE (Coreper) en la que numerosos socios, según fuentes comunitarias, han mostrado su recelo ante un tipo de iniciativas que puede alimentar la tensión interna.

Las diferencias también son ya palpables en el Parlamento Europeo. Los populares se resisten a una prórroga larga que permitiría a los eurodiputados británicos (euroescépticos y laboristas en su mayoría, previsiblemente) pronunciarse sobre asuntos tan delicados como la elección de los presidentes de la Comisión Europea y del propio Parlamento. Los socialistas, en cambio, no rechazan una prórroga larga si se fijan estrictas condiciones.

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