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Federer encumbra a Nadal como número uno

El suizo accede a las semifinales del Masters con un recital de juego ante Djokovic, que además de caer eliminado (6-4 y 6-2 en 1h 13m) cede en la carrera con el español por cerrar la temporada como líder

Federer saluda a la grada mientras abandona la pista del O2.
Federer saluda a la grada mientras abandona la pista del O2.James Chance (GETTY)
Alejandro Ciriza

El triunfo de Roger Federer genera un estruendo tremendo que rebota violentamente en todas las paredes del O2. El de Basilea, a sus 38 años, reserva todavía un buen saco de artillería y después de arrancar el falso el torneo se enmienda y consigue salvaguardar, de momento, la guarida en la que ha logrado más trofeos (6) que nadie. Derriba a ritmo de vértigo a Novak Djokovic, que cae a plomo sobre la eliminación (6-4 y 6-2 en 1h 13m), y de rebote asesta un segundo golpe al balcánico, aún más brutal, puesto que la derrota le aparta de la pugna con Rafael Nadal por el número uno y encumbra al español, que cerrará por quinta vez el año en lo más alto.

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“Por supuesto que era una gran motivación...”, admitió Nole después, en la sala de conferencias; “pero cada vez que entras en una pista hay algo en juego, al menos a estos niveles. Siento presión y nervios en cada partido que juego, especialmente cuando lo hago contra los mejores del mundo”, continuó. Y uno de ellos, sin duda, es Federer, que con la victoria limó diferencias en los cruces particulares entre ambos: 26-23. “Lo de hoy ha sido mágico”, dijo precisamente el mago, que no lograba rendir a su rival desde 2015, también en la fase de grupos de la Copa de Maestros.

Desde el primer punto, RF empezó a sacar conejos de la chistera y a fabricar una tormenta perfecta de golpes. Lejos de la versión decaída de los últimos tiempos, de la que ha ofrecido desde que Djokovic le birlase un trofeo que tenía prácticamente agarrado con las dos manos en Wimbledon, el suizo desempolvó la derecha y el revés como el mejor espadachín, perforando la defensa del serbio por tierra, mar y aire, da igual cuál fuera el costado que eligiera. Obligó a Nole, una y otra vez, a escorzos imposibles y así tomó el mando absoluto de la situación.

Eléctrico en el peloteo, impuso permanentemente intercambios breves, de no más de cuatro o cinco golpes. Mientras tanto, el de Belgrado trataba de reducir la marcha del juego, pero le arrollaba la corriente y en mitad del remolino no se atrevió a dar un paso al frente. En consecuencia, vivió la mayor parte de la noche en la cueva, temeroso, refugiado detrás de la línea de fondo y a la defensiva, mientras Federer iba comiéndose la pista aturquesada del O2 a mordiscos y la grada inglesa festejaba cada punto del suizo como si fuera el definitivo.

No olvida Djokovic lo que sucedió hace cuatro meses al sur de la ciudad, cuando el público del All England Tennis Club se posicionó descaradamente al lado de Federer. Y este jueves sucedió lo mismo. Londres se volcó con el campeón de 20 grandes y se distanció de Nole, que pese a haber ganado cinco títulos maestros y otros tantos en Wimbledon no consigue ganarse del todo el aprecio británico. Le dolió en julio y esta vez la desafección entre él y los ingleses creció un grado más. Por eso jugó alicaído y su pelota se contagió de esa tristeza. Por una razón u otra, no hay feeling.

“Era un partido importante, y cada vez que me enfrento a Roger o a Rafa en cualquier parte del mundo, hay mucha emoción. El estadio estaba lleno, había ambiente, una buena atmósfera”, dijo aséptico.

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Con permiso de Andy Murray, en Londres solo hay un rey indiscutible desde hace años, y ese es el suizo. Selló la primera manga cediendo solo tres puntos con el saque (20/23) y produciendo tan solo un error, y en la continuación siguió apabullando a Djokovic con un repertorio de tiros demoledor. En un abrir y cerrar de ojos despachó al serbio del torneo y se dio un alegrón, porque necesitaba adrenalina anímica y no había mejor inyección que un triunfo contra el hombre que le negó la gloria en su jardín. Culminada la venganza, irrumpe ahora con fuerza en las semifinales y espera allí a Nadal, con el que se mediría si el español derrota este viernes (15.00, #Vamos) a Stefanos Tsitsipas y Daniil Medvedev vence a Alexander Zverev por la noche (21.00, Movistar+ Deportes).

Sea como sea, el de Manacor pondrá el lazo al curso con el número uno, éxito que firma por quinta vez –previamente en 2008, 2010, 2013 y 2017– para igualar a Jimmy Connors, el propio Federer y también a Djokovic, superados los cuatro solo por el estadounidense Pete Sampras (6). “Rafa ha dado un gran estirón [a partir de mayo] y ambos son fantásticos jugadores. Estoy feliz de haber podido ganarles este año, pero los dos se merecen estar por encima de mí”.

Nadal se convierte, además, en el tenista de mayor edad (33 años) que finaliza el año al frente del listado mundial. Es el premio a una temporada de máxima regularidad, en la que Nadal ha alcanzado al menos las semifinales en 11 de los 12 torneos que ha disputado, sumando cuatro títulos: Roma, Roland Garros, Montreal y el US Open. Ahora, en Londres, debe ganar y luego cruzar los dedos.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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