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Junqueras-Puigdemont: reencuentro de alto voltaje en Waterloo

Los exmandatarios catalanes y líderes del ‘procés’ se reúnen cara a cara tras casi cuatro años de distanciamiento

Los líderes del ‘procés’ se reúnen en Waterloo, este miércoles. En el centro, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont. En vídeo, Junqueras califica de "personal" el encuentro con Puigdemont.Foto: EFE

Después de 1.349 días, llegó el reencuentro. El expresidente de la Generalitat catalana Carles Puigdemont ha recibido este miércoles en su residencia de Waterloo (Bélgica), donde permanece fugado de la justicia desde noviembre de 2017, a su exvicepresidente, Oriol Junqueras, que ha pasado más de tres años y medio en prisión y acaba de salir libre tras ser indultado. Era el primer cara a cara entre los dos principales líderes del procés tras la proclamación de la independencia el 27 de octubre de 2017. Aquel día era viernes; después de un fin de semana dejándose ver por Girona, Puigdemont optó por subirse a un coche y huir con varios consejeros de su Gobierno a Bélgica, mientras que Junqueras decidió quedarse en Barcelona, ya destituido como vicepresidente de la Generalitat por el Gobierno de Mariano Rajoy, en aplicación del artículo 155 de la Constitución. Unos días después entró en prisión preventiva.

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Con una relación trufada de reproches, desconfianzas y acusaciones de deslealtad por parte de ambos, el reencuentro de alto voltaje entre Puigdemont y Junqueras ha sido, a la vez, el primer paso para normalizar la relación entre los dos líderes de los dos partidos que ya gobernaban entonces juntos y gobiernan ahora Cataluña: Junts per Catalunya y ERC.

Fue una cita “personal”, “agradable”, “emotiva”, en la que no hubo “ningún reproche” por parte de ninguno de los dos, según aseguró Junqueras a la puerta de la residencia de Waterloo tras las poco más de dos horas que duró el careo. A la cita no acudió el exvicepresidente solo; le acompañaban otros tres de los nueve políticos recién indultados: los exconsejeros Raül Romeva y Dolors Bassa y la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, además de la exconsejera Meritxell Serret, huida también en Bruselas hasta el pasado marzo, cuando regresó a Cataluña y se presentó ante el Tribunal Supremo; está pendiente de juicio.

El exvicepresidente ha entrado en la casa y tras él ha accedido el resto de la comitiva. Se han oído voces efusivas tras la puerta. A continuación han salido para posar juntos, sonrientes y exultantes. La amplia foto la completaban el exconsejero Antoni Comín, asentado en Bélgica desde 2017 como Puigdemont, y también eurodiputado y vicepresidente del Consejo por la República, y el rapero Valtònyc, igualmente reclamado por la justicia española, que se ha convertido con el tiempo en parte de la familia de Waterloo.

Junqueras y Puigdemont se han colocado en el centro de la imagen hombro con hombro, pero no se les ha visto, al menos en público, ni darse la mano y mucho menos un abrazo. El republicano, sin embargo, ha asegurado tras la cita, que se han dado “uno, dos y tres [abrazos], creo recordar”. Parecía de buen humor tras la comida compartida; ha sido el único de los comensales que ha comparecido. “Ha sido un placer reencontrarnos y poder compartir nuestras experiencias de carácter personal y de carácter familiar, tanto de aquellos que hemos estado en la cárcel como de aquellos que aún están en el exilio”, ha añadido, haciendo referencia a los caminos distintos que ambos emprendieron después de la declaración ilegal de independencia, en parte responsable de la sima abierta entre ambos.

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Tras escapar en coche de España, Puigdemont llegó a Bélgica, donde se acabó asentando en la misma tierra que vio a Napoleón perder su última batalla; Junqueras se quedó en el Parlament y días después la justicia lo envió a prisión. Fue condenado a 13 años de cárcel por sedición y malversación. Ahora ha regresado a Waterloo como un hombre libre, recién indultado y a la cabeza del partido que preside el Gobierno catalán. Puigdemont, al frente de Junts y eurodiputado desde principios de 2020, mantiene viva la llama independentista desde la Eurocámara a través de continuas intervenciones, pero sigue reclamado por la justicia española. Apartados de la política española, los dos compitieron en las elecciones europeas de 2019 y en ellas se impuso Puigdemont. El expresidente ha reclamado estos años desde su escaño la libertad de Junqueras.

Tras ser indultado, Junqueras y los exconsejeros de ERC también liberados viajaron primero a Suiza a reunirse con Marta Rovira, secretaria general del partido, y ahora, a Waterloo. ERC ha querido darle al encuentro un cariz básicamente emocional y sin tanta trascendencia política. Pero es obvio que la tiene. Los recelos entre ambos son profundos y, como apuntó el exconsejero Toni Comín, esto no lo va a resolver una foto. La cadena es larga: desde los reproches de ERC a Puigdemont cuando meditó convocar elecciones y no impulsar la declaración de independencia —Gabriel Rufián y las 155 monedas de plata—; o el rechazo del entonces presidente del Parlament, Roger Torrent, a investir a Puigdemont en 2020; o su decisión de retirarle después el escaño al presidente Quim Torra por indicación de la justicia.

No solo eso: sus itinerarios han sido distintos. Junts sigue apelando al mandato del referéndum del 1-O, mientras ERC ha abrazado el pragmatismo, ha criticado abiertamente la vía unilateral y reivindica ampliar la base social para lograr la independencia. Los primeros tienen serias dudas sobre la mesa de diálogo con el Gobierno y los segundos creen en ella. Pero, con todo, a Puigdemont y Junqueras les unen varias cosas y no son pocas: lideran los partidos que gobiernan en coalición en Cataluña, comparten el objetivo de la independencia y ahora una nueva causa del Tribunal de Cuentas en la que se les reclama 1,9 millones de euros por promocionar el procés en el extranjero.

“Ha sido un placer reencontrarnos y poder compartir nuestras experiencias de carácter personal y de carácter familiar”, ha dicho Junqueras tras el reencuentro

Los libros y los artículos escritos desde Waterloo y la prisión de Lledoners han revelado la relación gélida y distante entre los dos dirigentes. En un momento revelador de La lucha en el exilio, segunda parte de la voluminosa autobiografía de Puigdemont, este habla de cómo escribe a Junqueras a prisión, sin obtener respuesta. “No he recibido nada”, relata. “Y yo, repito, le he escrito en cuatro ocasiones y le he mandado un libro dedicado. Y todavía esperando el acuse de recibo”. Hasta Waterloo llegan noticias del enfado del exvicepresidente por el hecho de que Puigdemont ni siquiera haya llamado a su esposa, Neus Bramona. “¿Qué tengo que hacer yo ahora? ¿Salir y decir que a mi mujer no le ha escrito nunca nadie de ERC?”, protesta el expresidente, aunque reconoce que fue “un error” no hacerlo, y acabará enviándole una misiva a la esposa de Junqueras.

Su distanciamiento se refleja en dos visiones sobre el momento de después de la declaración ilegal de independencia. “La idea no es huir, sino intentar crear un Govern en la sombra, en el exilio, porque no podemos ir todos a la cárcel”, escribió Puigdemont en la primera parte de sus memorias, y así acabó creando el llamado Consejo por la República, cuya sede se encuentra en la casa que ha visitado este miércoles Junqueras. Su encaje fue una de las grandes batallas que a punto estuvo de llevarse por delante la negociación entre Junts y ERC para la investidura de Pere Aragonès. Dirigentes de ERC aseguraban, sin embargo, en el Parlament que Puigdemont no era el problema.

La idea sobre la prisión de Junqueras aparece también en la autobiografía de Puigdemont en boca de Raül Romeva, otro de los consejeros catalanes del procés condenados e indultados, también de visita este miércoles en Waterloo. “La prisión debe ser un instrumento para evidenciar que lo que está ocurriendo no es aceptable”, dice Romeva a otros consejeros mientras aguardan en un piso en Barcelona al coche que puede también trasladarlos escondidos fuera de España. Junqueras llega tarde al encuentro y allí les comunica su intención de quedarse.

“No hace falta ninguna reconciliación”, aseguró el martes el exvicepresidente desde el Parlamento Europeo en Estrasburgo, otra de las paradas de su viaje. “Le aseguro que por mi parte siempre ha habido toda la voluntad de entendimiento”. Del reencuentro, según ha dicho Junqueras tras la entrevista, sale “un compromiso explícito” de compartir su esfuerzo “en la lucha contra la represión” y a favor de la “amnistía como instrumento imprescindible para proteger a todas las personas injustamente perseguidas”. Los dos líderes han quedado en reunirse de nuevo “muy pronto” en Bruselas, Estrasburgo y, “ojalá”, ha enfatizado el republicano, “en Cataluña”.

Una residencia llena de visitas

La casa de Puigdemont, en otra época un hervidero y poco frecuentada durante el golpe de la pandemia, ha recibido en las últimas semanas numerosas visitas. El 18 de junio llegó el presidente catalán, Pere Aragonès, y juntos escenificaron un acercamiento entre Junts y ERC, además de recordar que los indultos, que estaban a la vuelta de la esquina, “no son la solución”. La semana pasada, ya concedidas las medidas de gracia, acudieron a Waterloo el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, y los exconsejeros Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn, cuatro de los nueve recién salidos de prisión. Tras este encuentro, Puigdemont colgó en redes sociales un vídeo plagado de abrazos, sonrisas a cámara lenta y música de tono emotivo.

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