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Los hospitales se instalan en la nueva normalidad

Menos del 2% de las camas y del 5% de las plazas de cuidados intensivos de España están ocupadas por enfermos con covid, que han dejado de condicionar la actividad diaria de los centros

José Luis, un paciente hospitalizado, recibía la visita de su hija Raquel, este viernes.
José Luis, un paciente hospitalizado, recibía la visita de su hija Raquel, este viernes.Carlos Rosillo
Pablo Linde

Lo que en febrero de 2020 era la biblioteca del hospital Gregorio Marañón pasó a ser una UCI improvisada un mes después. Obras de remodelación mediante, este parche para atender la emergencia sanitaria de la primera ola del coronavirus se convirtió en una estructura fija del hospital más grande de Madrid, y hoy tiene camas libres. Allí la covid empieza a ser más pasado que presente y quienes trabajan en este centro hablan ya de normalidad. “Bueno, nueva normalidad”, matizan ellos y otros profesionales consultados en distintas comunidades autónomas.

Literalmente, los hospitales están ya instalados en esa “nueva normalidad”: el documento de Actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de covid-19 —conocido como el semáforo de Sanidad— establece esta categoría cuando menos del 2% de las camas están ocupadas por pacientes de covid, umbral que fija en el 5% para las unidades de cuidados intensivos. En el promedio de toda España, estos porcentajes están en un 1,4% y 4,7%, respectivamente, según los últimos datos publicados por el ministerio este viernes.

La situación no es completamente homogénea en todas las autonomías, pero ninguna supera el 10% de camas de intensivos ocupadas por esta patología. Suben de ese 5% en Aragón, Baleares, Castilla y León, Cataluña, Madrid, Navarra, País Vasco y La Rioja. Pero incluso en estas comunidades, los hospitales consultados aseguran que el coronavirus ya solo afecta a ciertos procedimientos y no a la atención rutinaria.

Algunos procedimientos continúan por precaución ante un virus que no se ha ido (y probablemente no lo haga); otros seguramente seguirán así. Porque de la pandemia también se han sacado aprendizajes valiosos en los hospitales. Se mantienen circuitos covid para pacientes respiratorios, mascarillas, se evita la presencialidad de las consultas cuando no es necesaria.

—¿Cuál es el principal condicionante que permanece?

—El miedo —responde José Eugenio Guerrero, jefe de la UCI del Marañón.

Es la principal losa que queda en muchos hospitales españoles. El recuerdo de lo que pasó y, en menor medida, el temor de lo que pueda venir. Una docena de profesionales de distintas especialidades consultados coinciden en ver el futuro con optimismo. “Gracias a las vacunas esto seguramente será como otra enfermedad respiratoria, en la que algún caso puede acabar en cuidados intensivos, pero sin llegar ya a la saturación”, augura Gabriel Tirado, jefe de la UCI del Hospital Royo Villanova de Zaragoza, donde solo una de sus 10 camas está ocupada por un enfermo de covid.

En el Marañón las plazas estructurales de UCI médica eran 23 cuando comenzó la pandemia y el hospital llegó a estirarlas hasta 134. Hoy, gracias a las obras en la antigua biblioteca, pueden llegar a 58. El viernes tenían tres camas vacías, algo muy raro incluso antes de la pandemia, pero casi impensable desde que empezó. Lo que durante un tiempo ha sido un monólogo de covid hoy hospeda a siete pacientes con esta patología, de los cuales seis llevan ya semanas allí. La única ingresada en los últimos 10 días es una mujer de 58 años. “Tenía alergias a muchas cosas y le dio miedo vacunarse. La pobre ha acabado aquí, aunque ahora el pronóstico es cada vez mejor. En esta UCI hemos pasado de alrededor de un 30% de fallecidos a menos de un 10%”, señala Guerrero.

Los intensivistas consultados coinciden en que la gran mayoría de los que requieren UCI desde el verano son personas sin vacunar. “También ha habido algunos inmunodeprimidos o pacientes que no han generado anticuerpos tras la vacuna, pero suponen una minoría”, continúa Guerrero. Esto les hace ser optimistas ante posibles repuntes de casos: las nuevas olas, si las hubiera, no tendrán previsiblemente un impacto hospitalario ni remotamente cercano a las anteriores. La quinta, que empezó cuando solo un tercio de la población se había inoculado, ha sido siete veces menos letal que las anteriores.

En los hospitales el panorama ha cambiado radicalmente. Las comunidades van autorizando las visitas a los pacientes de patologías no covid. Para estos últimos está generalmente reservado a casos muy excepcionales, cuando la situación es muy grave. “No es tolerable que los enfermos se mueran solos, ni ahora ni antes”, reclama Gabi Heras, médico intensivista del Hospital de Motril y creador del proyecto de humanización HUCI.

Una cama vacía en la nueva UCI del hospital, este viernes.
Una cama vacía en la nueva UCI del hospital, este viernes. Carlos Rosillo

Madrid, por ejemplo, comenzó el pasado 11 de octubre con las visitas rutinarias de una persona por enfermo de patologías distintas al coronavirus. “Antes estaban los médicos enganchados al teléfono informando a los allegados y ahora ya no es necesario porque pueden venir”, apunta Luis Puente Maestu, jefe de Neumología del Marañón. Los pacientes ya salen a los pasillos, las puertas están abiertas y los enfermos no tienen la condena de padecer solos sus dolencias. “Hemos recuperado la normalidad”, dice aliviada Ernestina Talavera, supervisora en el servicio, quien que reconoce que le cuesta creerse esta situación: “Han sido 18 meses terribles. En un año veíamos una decena de decesos y esta cifra durante la pandemia se alcanzaba en un mes normal”.

Varios jefes de servicio de este hospital enumeran las reminiscencias que quedan de la pandemia en un centro que atiende ahora a 25 ingresados por covid y que llegó a tener más de un millar:

Las citas telefónicas. “Aunque intentamos ver al paciente en persona, cuando se trata de dar unos resultados a uno que se ha explorado previamente no tiene sentido hacerle venir. Y eso seguramente ya se mantendrá así cuando la pandemia esté completamente superada”, dice Juan Carlos Cano, responsable de Medicina Interna.

El circuito covid. En Urgencias sigue habiendo un circuito diferenciado para los pacientes con síntomas respiratorios. “Hace unos meses el 30% de los que llegaban pasaban por ahí, ahora se ha quedado en un 10% o 15% en un exceso de celo, pero nos parece prudente hacerlo para que no se nos cuele el virus”, asegura Juan Antonio Andueza, jefe de Urgencias.

Las PCR. Todo el que ingresa en un hospital sigue necesitando una prueba diagnóstica. Y los grandes centros continúan realizando miles a la semana, referidos por los centros de salud. Aunque la mayoría den negativas ahora que el virus circula menos (en España la tasa de positividad esta semana ha sido de un 2,25%), hay que realizarlas igualmente ante sospechas de síntomas, lo que requiere personal y equipos. Con la pandemia, explica Patricia Muñoz, jefa de Microbiología, esta prueba diagnóstica molecular se está extendiendo: “Había hospitales donde no se usaba y ahora se emplea para detectar con más precisión otras enfermedades infecciosas, como la malaria”.

Las mascarillas y los EPI. Las mascarillas en interiores siguen siendo obligatorias por ley en toda España. En los hospitales probablemente se mantendrán más tiempo que en cualquier otro lugar, vaticinan varios médicos consultados. Los equipos de protección personal (batas, buzos, gafas) ya solo se usan cuando la situación lo requiere: con pacientes covid o de otras patologías infecciosas. Pero no se utilizan en todo momento y en cualquier planta del centro, lo que ahorra a los médicos y enfermeras muchos minutos cada día en los que antes se estaban quitando y poniendo prendas de seguridad.

Departamento de Microbiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Departamento de Microbiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.Carlos Rosillo

Las unidades de cuidados respiratorios intermedios (UCRI). En los servicios de neumología hay una unidad previa a la UCI, menos agresiva, que ha servido para la recuperación de miles de pacientes durante la pandemia. Son las UCRI, donde se monitoriza y trata a pacientes con insuficiencias respiratorias agudas que no necesariamente tienen que ser intubados. “Antes les dábamos menos importancia. Tendíamos a pensar que más era mejor y solíamos acudir a la UCI para situaciones en las que probablemente era suficiente una intervención menos agresiva”, asegura Luis Puente Maestu, jefe de Neumología.

En esta nueva normalidad la covid se sigue manifestando, pero de maneras distintas a como lo hacía meses atrás. En el servicio de Medicina Interna del Marañón hacen seguimiento de forma telefónica o presencial a 600 pacientes que tienen secuelas de la infección o covid persistente. Los profesionales incorporados para la pandemia siguen contratados hasta diciembre, pero en otras comunidades, como Andalucía, ya se están deshaciendo de ellos.

Los responsables de los servicios esperan que muchos de ellos se queden para seguir atendiendo una enfermedad nueva. “Hay que saber que estos pacientes van a estar goteando de manera constante”, asegura Marisa Blasco, presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Intensiva. “La vacuna ha conseguido que esto sea asumible con respecto a las olas pasadas, pero se va a quedar con nosotros. Lo que también entra dentro de nueva normalidad es que seamos capaces de ser flexibles: tenemos que estar preparados por si algo parecido se vuelve a repetir o si hay nuevas variantes que nos pongan en dificultades, cosa que no es impensable”, zanja.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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