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Ni a izquierda ni a derecha: el callejón sin salida de Sergio Fajardo

El candidato del centro político de Colombia se encuentra con pocas alternativas para superar a Fico y a Petro ante las elecciones presidenciales de mayo

Sergio Fajardo elecciones Colombia
El candidato a la presidencia de la coalición del Centro Esperanza Sergio Fajardo (c) habla durante una rueda de prensa en Bogotá, el 14 de marzo.Carlos Ortega (EFE)
Camila Osorio

Centro Esperanza, así se llama la coalición del centro electoral en Colombia, conformada por cinco precandidatos y que este domingo celebró una consulta para elegir al que les representará en las elecciones presidenciales de mayo. Pero, al ver los resultados, hubo poco para celebrar. El centro electoral se despertó el lunes buscando la esperanza. Y el ganador de la consulta, Sergio Fajardo, amaneció con pocas alternativas para ganar. “Creo que Fajardo se ganó la rifa de una piñata envenenada”, dice a El PAÍS César Caballero, gerente de la empresa encuestadora Cifras y Conceptos. “Aunque sí se sabía que esa consulta iba a recibir menos votos que las otras dos, no se preveía que fuera a ser una votación tan bajita”.

Por esta coalición del centro se movilizaron muchos menos votantes que para las consultas de la izquierda y la derecha, y Fajardo obtuvo una votación muy por debajo de la de los otros dos. Para él, una figura que se lanza por tercera vez a la presidencia y que ha tenido altos cargos ejecutivos como la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia, no alcanzar un millón de votos es una tragedia política. Gustavo Petro, líder de la izquierda, obtuvo más de cuatro millones. Federico Fico Gutiérrez, el vencedor de la coalición de derecha, más de dos millones.

Fajardo arranca la carrera a la presidencia sin ser favorito y con pocas probabilidades de generar alianzas con los mayores partidos para multiplicar sus votos. El Partido Liberal ya está en conversaciones con el petrismo, los militantes uribistas ya están apoyando a Gutiérrez y otros partidos como Cambio Radical no serían jamás bienvenidos en el centro, que rechaza hacer alianzas con figuras políticas tradicionales.

“Fajardo ahora no tiene mucho margen de maniobra cuando se trata de alianzas políticas. Aunque aún no todo está perdido, hay que ver cómo se comporta la derecha, que ha llegado muy dividida a estas elecciones, a diferencia de la izquierda. Hay que ver si [otros de derecha como] Fico comete errores o si Rodolfo Hernández logra quitarle muchos votos”, añade Caballero. “Eso está como si el equipo de Colombia logra llegar al Mundial: hay que ver qué tan mal le va a los otros equipos. Por ahora, lo mejor que puede hacer Fajardo es al menos unificar a su gente”.

La noche electoral el propio Fajardo reconoció los problemas internos: “Nosotros como coalición hemos cometido errores”. El centro lleva varios meses en disputas públicas sobre cómo armar sus listas al Congreso o sobre qué alianzas políticas son permitidas o no (la posición de Fajardo y otros ha sido la de no hacer alianzas con partidos tradicionales). “Pero esa es una etapa superada”, prometió el ya candidato sobre el fin de las peleas. “A partir de ahora como coalición estamos unidos y vamos a reunir a toda Colombia”. Mientras pronunciaba estas palabras, a su lado estaban los otros cuatro precandidatos, que confirmaron así su apoyo al vencedor.

“Por todos estos conflictos internos se perdió poco a poco el ánimo y la esperanza”, admite Santiago Londoño, exsecretario de gobierno de Fajardo en Antioquia y cercano a la coalición. “El centro, si algo puede hacer ahora, es mostrar una posición unificada. La consulta no es la primera vuelta, fueron campañas individuales y por esto no se llegó ni con energía ni con emoción a votar por el centro”, admite.

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Londoño aclara que los otros dos polos, izquierda y derecha, lograron apelar mejor a las emociones de los votantes: a aquellos que les parece urgente un cambio a la izquierda (con Petro), o a los que le tienen miedo a esa opción y prefieren el continuismo de derecha (con Gutiérrez). “Pero esas otras dos coaliciones se han movido a hacer alianzas con el establecimiento, y lo que nos tiene así en Colombia es precisamente el uribismo o el clientelismo y la politiquería”, dice Londoño sobre la reticencia de Fajardo de hacer alianzas con políticos. “El centro aún tiene un espacio para crecer, aunque sí, es muy difícil volver a generar esperanza”.

El candidato dijo el lunes a la prensa que quiere apelar a los ocho millones de colombianos que no votaron el domingo, y que ya está discutiendo con la coalición quién puede ser su fórmula a la vicepresidencia, una decisión que podría volver a darle algo de emoción a su campaña. Pero si Fajardo rechaza aliarse con una figura de fuera de su coalición, no está claro quién podría ayudarle a arrastrar más votos, ya que el resto de precandidatos sacaron números muy bajos.

“Creo que tiene la cancha de pa’rriba”, dice Alonso Salazar, exalcalde de Medellín y uno de sus antiguos aliados, para explicar con una expresión coloquial lo difícil que será competir para la segunda vuelta. “Cuando Fajardo empezó su carrera política, él era una novedad, pero ahora todos hablan igual. Ahora hasta los corruptos hablan contra la corrupción”, cuenta el exalcalde. Rodolfo Hernández, otro candidato presidencial de la derecha que no se midió en las consultas, es uno de los nuevos en la política que ha absorbido votos con ese mismo discurso.

En 22 años de carrera política, Fajardo ha intentado que una de sus banderas sea la de la anticorrupción. En el 2000, cuando se lanzó por primera vez a la alcaldía, no ganó pero arrancó un movimiento independiente que se llamó Compromiso Ciudadano y que logró aglomerar a quienes rechazaban a los políticos tradicionales de la ciudad paisa. Su discurso, sin embargo, no parece estar generando ninguna emoción entre los votantes que ahora quieren un cambio o que tienen miedo al cambio.

“Esa estrategia le funcionó bien a nivel regional, pero no es tan fácil a nivel nacional”, opina Salazar. Además, añade, al exalcalde le dañó políticamente el no haber respondido con contundencia cuando se le acusó por el mal manejo de una crisis en la central hidroeléctrica Hidroituango, lo que pudo hacer dudar a los votantes de su honestidad. “Aunque ninguna entidad hablaba de corrupción, los otros políticos lo acusaban de saqueo de las empresas públicas”, cuenta Salazar, “no reaccionó a tiempo a esos ataques, sino cuando ya esas acusaciones llevaban año y medio”.

Sergio Fajardo no lo tiene todo perdido. Parte con dos millones de personas que votaron a los cinco candidatos del centro y aún podría intentar convencer a quienes no participaron en las consultas. Pero no tener todo perdido no es tener el camino fácil. No tiene alianzas políticas que hacer fuera del centro; no tiene un discurso que apele a las emociones como la izquierda o la derecha; y su bandera anticorrupción no está generando el mismo atractivo en estas elecciones que cuando se lanzó a la política en el 2000. Hace cuatro años no logró ser la alternativa entre Petro y el presidente Duque, que pasaron a la segunda vuelta. Ahora, en 2022, entre Petro y Fico, Fajardo aún busca la esperanza.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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