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Los nacionalistas flamencos ganan las elecciones generales belgas

Dimite el primer ministro para dar paso a la formación de un nuevo Ejecutivo La gobernabilidad del país depende de las posibles coaliciones gubernamentales

Ignacio Fariza
El líder nacionalista flamenco, Bart de Wever.
El líder nacionalista flamenco, Bart de Wever.DAVID STOCKMAN (AFP)

El escenario político de Bélgica ha dado un nuevo giro que podría desembocar en otra crisis de gobernabilidad. El partido nacionalista flamenco N-VA se proclamó ayer domingo vencedor de las elecciones federales, con un holgado margen, y ya aspira a liderar una alianza de Gobierno en el país. Con cerca del 95% de las mesas electorales escrutadas, la formación regionalista flamenca ha obtenido el 21% de los votos y 34 escaños en el Parlamento belga, 10 puntos y 10 escaños más que su más inmediato perseguidor en número de diputados, el Partido Socialista de Valonia —la fuerza que encabeza el Ejecutivo de coalición y que, no obstante, podría seguir gobernando—. Los comicios se han visto marcados por el asesinato de cuatro personas en un atentado antisemita en el centro de Bruselas la víspera de la cita electoral.

La clave del futuro político inmediato belga pasa por las enormes posibilidades de alianzas a las que abren la puerta los resultados de las elecciones celebradas ayer. El líder nacionalista flamenco, Bart de Wever, se apresuró a anunciar que buscará “a la mayor brevedad posible” socios para una coalición de gobierno federal “fuerte y lógica”, subrayó eufórico que los flamencos han optado por el cambio y reiteró una de las ideas claves de su campaña, basada en la confrontación permanente entre flamencos y valones, las dos comunidades mayoritarias en Bélgica. “Los resultados abren un pozo más profundo que nunca entre dos democracias [la flamenca y la valona] y son un fuerte mandato”, añadió el aún alcalde de Amberes, la segunda ciudad más poblada de Bélgica y el principal polo económico del país. En su discurso, el controvertido De Wever prometió “salvaguardar” el interés de los flamencos en el plano federal, una de sus grandes reivindicaciones a lo largo de la campaña.

La formación regionalista flamenca ha obtenido el 21% de los votos y 34 escaños

El primer paso para la formación del nuevo Ejecutivo se ha producido esta mañana, con la dimisión del hasta ahora primer ministro, el socialista Elio di Rupo. La tradición belga dicta que el jefe saliente del Ejecutivo presenta al rey la dimisión de todo su equipo el día después de las elecciones. De esa forma el jefe del Estado puede comenzar las conversaciones con los líderes de los partidos para formar un Gobierno. Como fuerza más votada, el rey Felipe tendrá que hablar en primera instancia con De Wever, aunque su capacidad para aglutinar una mayoría es aún muy incierta. Ya en 2009 el partido nacionalista flamenco fue la fuerza más votada del país, pero sus postulados radicales le impidieron pactar con ninguna otra formación. El atasco de las negociaciones llevó al país a estar 541 días sin Gobierno, una pesadilla a la que el país podría verse de nuevo abocado si no hay mayorías claras.

El éxito del partido de Wever guarda importante relación con el trasvase de votos procedentes del partido ultraderechista y xenófobo Vlaams Belang, que pasa de 12 a 3 diputados y se sitúa como el gran perdedor de las elecciones. En el lado contrario, el movimiento de izquierdas PTB —sin representación parlamentaria hasta la fecha— logró dos escaños se convirtió en la gran sorpresa de la noche al capitalizar parte del descontento con los partidos socialdemócratas tradicionales.

El comportamiento electoral de la actual alianza de Gobierno, en la que convive una amalgama de partidos que van desde los socialistas valones hasta los liberales flamencos, ha sido desigual. El Partido Socialista de Valonia del primer ministro Elio di Rupo se deja casi el 3% de los votos y dos escaños respecto a las elecciones de 2010 mientras que su principal socio en el Ejecutivo, los cristianodemócratas de Flandes, recuperan algo más del 1% de los votos y suman un escaño adicional. Los socialistas flamencos, la tercera fuerza política de la coalición, retroceden dos décimas y pierden una de sus siete actas parlamentarias; los liberales flamencos repuntan un 1,4% y ganan un asiento en el Parlamento y el partido más pequeño de la alianza, el Centro Democrático Humanista, mantiene los 9 diputados que obtuvo en 2010.

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En un panorama político tan fragmentado como el belga, un cambio porcentual bajo puede significar un importante trasvase en número de escaños de la principal cámara legislativa del país, el Parlamento federal. Los resultados auguran un futuro político incierto en el que la gobernabilidad del país depende de las posibles coaliciones gubernamentales que podrían configurarse en las próximas semanas o meses.

Las elecciones belgas se han visto marcadas por el atentado antisemita del sábado, que acabó con la vida de cuatro personas en el Museo Judío de Bruselas. Una persona aún sin identificar irrumpió en el museo a primera hora de la tarde y abrió fuego, asesinando a tres de ellas en el acto —una pareja israelí y una mujer francesa—y dejando gravemente herida a una cuarta —un trabajador del museo de origen belga—. El ataque, el primero contra la comunidad judía en Bélgica desde el final de la II Guerra Mundial, conmocionó al país a menos de 24 horas de que los colegios electorales abriesen sus puertas.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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