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A los madrileños de Iowa no les gusta Trump

Como todos los pueblos y ciudades de Iowa, Madrid ha convocado esta noche sus 'caucus'

Marc Bassets
La panadería Madrid, en Madrid, Iowa.
La panadería Madrid, en Madrid, Iowa.MARC BASSETS

Lo primero que le dicen al visitante, cuando llega a Madrid, es que lo pronuncia mal. No se pronuncia como la capital de España, explican. El Madrid de Iowa se pronuncia Mádrid, con la a acentuada. Sus habitantes, los madrileños de Iowa, son madridites, que no significa madridista, o simplemente “los de Madrid”.

“Yo digo que soy 'de Madrid', o del condado de Boone, o del centro Iowa”, dice Earl Check, granjero, abogado jubilado e historiador oficioso de la ciudad. “Depende de a quién se lo diga”.

Como todos los pueblos y ciudades de Iowa, Madrid ha convocado en la noche del lunes a sus residentes con derecho a voto a los caucus, las asambleas vecinales en las que demócratas y republicanos eligen, por separado, a su candidato para las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.

Madrid es “un bello ejemplo del espíritu americano, un lugar donde las familias, trabajando juntas, han construido una comunidad”, escribió el presidente Ronald Reagan en una carta, fechada el 3 de mayo de 1983, para felicitar a “los ciudadanos de Madrid” por su centenario.

A Madrid, 2.500 habitantes, se llega por una carretera que cruza en línea recta la vasta extensión agrícola de Iowa. A primera vista, nada la distingue de otros pueblos de la región: iglesias, una bolera, dos gasolineras, un bar, un semanario local —el Madrid Register-News, que se presenta como “un periódico moderno de la comunidad”— y un equipo deportivo, los Madrid Tigers.

Los Tigers son una pasión. En el último número del Register-News, venía una página entera con noticias de los equipos de baloncesto femenino y masculino de los Tigers (“Los Tigers caen ante los Jaguars”, “Los Rigers pierden ante los Bulldogs”). Una de las noticias destacadas de la portada decía: “Perkins nombrado entrenador jefe de fútbol y atletismo de chicos”.

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Madrid, Iowa.
Madrid, Iowa.MARC BASSETS

El semanario también incluye una sección para evitar que los animales domésticos se congelen en invierno (“abríguele si sale a caminar con un suéter o un abrigo”), una guía para votar en los caucus (los republicanos, en el instituto; los demócratas, en la escuela primaria) y un único anuncio electoral, media plana de Bernie Sanders, el candidato de izquierdas que disputa la nominación del Partido Demócrata a la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.

Bryan Maunu, propietario de un restaurante de barbacoa de Madrid, sabe a quién elegirá este lunes en el caucus y no es Sanders, sino el republicano Ted Cruz, el senador por Texas que en la campaña ha apelado al votante evangélico, clave en Iowa. “Conoce bien la Constitución”, dice Maunu. Cruz es un jurista brillante, un constitucionalista apegado a la lectura literal del texto fundacional. La prioridad en Estados Unidos, para Maunu, es controlar el gasto público. “No pueden seguir haciendo lo que están haciendo: no es su dinero”. Otra prioridad: revocar la reforma sanitaria. También le preocupa la inmigración. “Estamos en la primera línea de frente de la inmigración ilegal, aunque no seamos un Estado fronterizo”, dice. “¿Por qué no regresan a arreglar su país?”

A Maunu, pese a que coincide con algunas de sus ideas, Donald Trump no le convence. “No me fío de él”, dice del favorito en los sondeos y máximo rival de Cruz.

Carta del expresidente Ronald Reagan a los ciudadanos de Madrid.
Carta del expresidente Ronald Reagan a los ciudadanos de Madrid.MARC BASSETS

Un domingo por la tarde, Madrid es un desierto. Bryan Maunu atiende solo en su restaurante. A treinta metros se encuentra la sede de VFW, iniciales de Veteranos de Guerras Extranjeras. Esta organización ayuda a los excombatientes y mantiene centros sociales y bares en pueblos y barrios. Bajando unas escaleras se llega al bar. Un grupo de clientes vestidos de motero toma cerveza.

Al final de la barra se sienta Thomas Burke, un habitual. Burke nació en Madrid hace 49 años. Sus antepasados eran madrileños. Él dio varias vueltas al mundo antes de regresar. Sargento de la fuerza aérea, estuvo destinado a Corea del Sur, Alemania, Guantánamo, Haití, Filipinas, Japón, Arabia Saudí… Burke recuerda los atentados del 11 de septiembre de 2011. Estaba al mando de un grupo de 120 personas en el Estado de Utah. “Tuve que controlarles porque querían ir a luchar”, dice.

Burke se retiró de la fuerza aérea en 2003. Trabaja como supervisor en la sección de iluminación y electricidad de los almacenes Home Depot. Mira las elecciones a media distancia. No votará en el caucus (“No me interesa tanto la política”), pero sí en las presidenciales de noviembre. Una cosa tiene clara, o dos. No le gusta Hillary Clinton. “No me fío de ella”, opina, y es una opinión muy extendida en este país. La segunda cosa que tiene clara Burke es que tampoco le gusta Trump. “Un rico idiota”, le define. “Le veo metiéndonos en una guerra a la primera de cambio. No piensa antes de hablar”.

En las elecciones presidenciales de 2012, el presidente Barack Obama sacó 786 votos en Madrid. Su rival republicano, Mitt Romey, 620. Madrid es históricamente demócrata desde el boom de la minería, en los años veinte y treinta, explica Earl Check.

En su fundación, el pueblo de llamaba Swede Point, por el predominio de los suecos entre los colonizadores. ¿Por qué recibió el nombre de Madrid? No es la única Madrid en Estados Unidos. Check expone dos teorías. La primera dice que uno de sus fundadores, Charles Gaston, que no era sueco, tenía un empleado que era medio indio americano, medio español. Con frecuencia hablaba de las glorias de España. De ahí que Gaston rebautizase Swede Point como Madrid. Otra teoría dice que, quizá por motivos religiosos (aparentemente Gaston era un librepensador), Gaston se vengó de los devotos suecos llamando al pueblo Madrid. ¿Cuál es cierta?

El misterio sigue abierto. En Madrid nadie sabe por qué se llaman Madrid.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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