_
_
_
_
_
El Cásico | Damas y Cabaleiras
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Padrinos

Rafa Cabeleira
Stielike durante un Real Madrid-Sporting de Gijón en 1984
Stielike durante un Real Madrid-Sporting de Gijón en 1984

Hubo un tiempo donde los culés acudíamos enlutados de casa a la disputa de los duelos frente al Madrid, con el ataúd barnizado y la banda de música acompasando la procesión a paso lento, doloso, como en la primera escena de El Padrino II. Nos sentábamos en una banqueta de cualquier bar, cuando en los bares había banquetas y el camarero solo trataba de usted a su madre, entrelazábamos los dedos con fe y al primer disparo de Hugo Sánchez o de Butragueño, ya nos estábamos tirando al suelo o escondiéndonos bajo la mesa, como si aquel balón hubiese abatido a Paolo, el primogénito de los Andolini que había jurado vendettacontra Don Ciccio.

Más información
Consentir Sarajevos
De Jopie a Cruyff
El fútbol sin razón

Por explotar más el símil, la sola presencia de aquel rival orgulloso y poderoso me resultaba tan imponente como la imagen de Don Fanucci, el miembro de la Mano Negra que se pasea por la recreada Little Italy de la película con un traje blanco impoluto, gorro de ala ancha, el abrigo de mil rayas sobre los hombros y un mostacho viril y siniestro, un poco como Stielike pero en mafioso elegante, siempre pendiente de imponer su autoridad y cobrar el pizzo.

Afortunadamente para nuestros intereses, los de la fiel parroquia blaugrana y asociados, se entiende, las cosas han cambiado tanto en los últimos tiempos que ahora es el aficionado madridista el que se aproxima a los Clásicos con el mayor de los respetos, con toda la humildad. No hasta el punto de besar la mano del rival y solicitar favores el día de la boda de su hija, por supuesto, pero sí con el lógico y digno temor a que cualquier ofensa mal entendida pueda terminar en otra sangría de goles como sucedió no hace tantos meses en el mismísimo Santiago Bernabéu. “Procura vivir no para convertirte en un héroe, Michael, sino para conservar tu vida”, recomienda Don Vito a su hijo cuando regresa de Sicilia.

En el plano futbolístico, el partido se presenta más parejo de lo que la clasificación y la trayectoria de los contendientes sugieren, salvo por la diferencia evidente y sustancial que implica ver a Leo Messi en un bando y no en el otro. Cualquier análisis previo, cualquier intento de anticipar un desenlace final, me resultan pura ciencia ficción, pura ínfula y ganas de quedar retratado en cuanto el colegiado pite el final. Si algo han demostrado este tipo de duelos es que no siempre el guapo besa a la chica y se escapa con el botín.

Aún recuerdo aquella Pascua en que mi padrino prometió que nunca me faltaría el roscón que se regala por estos lares a los ahijados mientras el Madrid fuese el mejor del mundo, a modo de lazo eterno. Fue una suerte que por entonces ya hubiese recibido mi primera comunión o quizás nunca hubiese tenido un reloj. Ahora, cruel destino, ni siquiera lo llamo Padrino.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_