A Italia, tetracampeona del mundo, la Eurocopa no le ha tratado muy bien. Sólo ha ganado una, en el lejanísimo año 1968, y sus perspectivas para este campeonato tampoco son las mejores. Las lesiones de Marchisio y Verratti le han dejado huérfana en el centro del campo y desde la distancia se aprecia un notorio déficit de talento. Conte, que dejará la Nazionale en cuanto acabe el campeonato rumbo al Chelsea y ya tiene sucesor (Giampiero Ventura), ya ha dejado clara la filosofía en la concentración de Montpelier: trabajo y espíritu colectivo. Para la empresa, tirará de la guardia pretoriana que él mismo se inventó en la Juventus: Bonucci,Barzagli y Chiellini para proteger al símbolo. Buffon es posiblemente la única esperanza azzurra. “Nuestro faro”, sentencia Immobile. La guinda ha sido darle el histórico dorsal 10 a Motta. Para los tifosi que han visto a Gigi Riva, Rivera, Baggio o Totti, el asunto resulta grueso. Conte juega con un 3-5-2 con libertad para Candreva. Sus delanteros, Eder, Pelle, Zaza o Immobile, no tienen demasiada fama, pero…
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Todos los oscuros de Italia son colores en la refrescante Bélgica, que tiene una nómina brillante de jugadores: el recorrido de De Bruyne, la clase de Hazard, el desborde de Carrasco, la potencia de Lukaku… Y así sin parar. Bélgica aparece de nuevo como outsider del campeonato pero hay una sombra que sí le persigue. En el Mundial de Brasil se fue a casa en cuartos. El resultado tal vez fue aceptable. Lo peor fue la sensación de que Wilmots, discutido, no sacó lo mejor de los diablos rojos. Las expectativas con Bélgica, que hoy tendrá 18.000 seguidores empujándola en Lyon, son enormes pero también es una selección con miedos. Especialmente defensivos. Lesionado Kompany, y tocado Vermaelen, sufre atrás. “Ganaremos. Tienen problemas ahí”, dijo Insigne. Porque, que nadie se equivoque, Italia no es favorita como casi siempre. Pero no ha ido a Francia de paseo.
