_
_
_
_
_

Los doce días sin partido del Real Madrid: menos ritmo y mismas cargas

Los blancos llegarán a Pamplona tras casi dos semanas sin competir. Zidane ha mantenido el mismo plan de trabajo que si hubieran jugado en Vigo

Eleonora Giovio
Los jugadores del Madrid en un entrenamiento de la semana pasada.
Los jugadores del Madrid en un entrenamiento de la semana pasada. VICTOR LERENA (EFE)

La suspensión del partido en Balaídos por problemas de seguridad —el temporal que azotó Galicia el fin de semana pasado dañó parte de la cubierta y de la estructura de la grada— hizo que el Real Madrid se encontrara con un descanso forzoso e inesperado. Jugó su último partido el 29 de enero contra la Real Sociedad y cuando pise el césped del Sadar el sábado (20.45) habrá pasado 13 días sin competir. ¿Es buena la espera? ¿Cómo hay que gestionarla? ¿Qué ha cambiado Zidane en su plan de trabajo? ¿Cómo se suple la ausencia de competición?

La mayor preocupación del técnico es que el equipo haya perdido ritmo tras pasarse casi dos semanas sin competir y que lo haya perdido justo antes de la cita clave contra el Nápoles en la Champions. Su plan de trabajo, sin embargo, no ha variado. No ha buscado más ritmo con más cargas. Se han seguido las mismas pautas que en otras semanas. Ha cambiado, eso sí, el matiz de la carga mental y emocional que sólo pueden dar los partidos.

Más información
Florentino Pérez: “En el Bernabéu no se puede jugar la final de Copa por obras”
El Real Madrid responde con dureza al alcalde de Vigo
Mertens y el Nápoles asustan al Real Madrid

El Madrid mantuvo su viaje a Vigo hasta el sábado por la tarde. La Liga comunicó la suspensión del encuentro entre las 20 y las 21 horas. Zidane avisó entonces a la plantilla de que la cita no era a las 10 en la ciudad deportiva de Valdebebas para ir al aeropuerto sino para entrenarse. Organizó entonces un partidillo con el objetivo de simular un encuentro normal para mantener la pauta y culminar el trabajo de la semana. Con efectos claramente diferentes, ya que ni psicológicamente, ni mentalmente, ni físicamente un partido de entrenamiento tiene la misma exigencia que uno real. El día antes, el técnico había probado con los titulares y los jugadores habían activado el modo competición. Se encontraron con un cambio de planes.

La semana la planeó Zidane igual que si hubieran jugado contra el Celta. Se siguieron las mismas pautas previstas para jugar un partido seis días más tarde. Es decir: una jornada de descanso (lunes), trabajo de arranque el martes, trabajo más avanzado el miércoles, trabajo de máxima potencia el jueves, para luego bajar la curva de intensidad los dos días previos al encuentro.

En la visita del sábado a Pamplona, se añade otra distorsión: con dos partidos pendientes (Valencia y Celta), el Madrid podría empezar el encuentro habiendo perdido el liderato (si gana el Barcelona, que juega a las 16.15 ante el Alavés). Sería de manera ficticia porque hay seis puntos virtuales en juego pero, según entienden en el club, es algo que no deja de afectar a la plantilla. Se mostró especialmente sorprendido Kroos, que iba a perderse el partido de Vigo por sanción y que ahora no podrá jugar en Pamplona, ya que la suspensión sigue vigente al no haberla descontado.

“La interrupción puede tener un efecto positivo y otro negativo. El positivo es que se prepara mejor el siguiente partido y que hay más descanso, algo que no viene mal con la carga de minutos que llevan los jugadores. Por otro lado, puedes perder tensión competitiva y ritmo de competición. A esos niveles, no jugar un partido en 13 días es mucho”, explica Juan Carlos Álvarez Campillo, psicólogo y mental coach que asesora, entre otros, a Julen Lopetegui, seleccionador nacional. Qué efectos ha tenido el parón se comprobará el sábado. Todos los lesionados (James, Pepe, Modric, Carvajal y Marcelo) estaban recuperados ya, aunque los dos laterales no habrían viajado a Vigo la semana pasada.

Zidane ha optado por seguir su línea de trabajo. Los entrenadores gestionan las esperas de formas diferentes. Por ejemplo, Marcelo Bielsa con su Athletic y Massimiliano Allegri con su Juventus. Aunque sus situaciones fueron algo diferentes a la del Madrid: en aquellos casos no se trataba de una espera a mitad de temporada, sino al final y con dos citas especiales.

El método de Bielsa

En 2012 el Athletic disputó la final de Copa contra el Barça de Guardiola. Pasaron 12 días entre el final de la Liga y la final de Copa. El técnico argentino optó por dar dos de descanso y luego trabajar nueve seguidos. Machacó a los suyos (que habían llegado también a la final de la Europa League y llevaban 63 partidos aquella temporada) con sesiones de hasta tres horas de trabajo, según los testigos. Llegaron fundidos a la final.

Allegri, en 2015, clasificó a la Juventus de Turín para la final de la Champions doce años después de la última. El cuadro italiano selló el billete para Berlín el 13 de mayo. Había ganado la Liga once días antes y por delante tenía la final de Copa —que también ganó—, y 23 días de espera para la cita en el Olympiastadion. El club italiano todavía tenía en la memoria lo largos que se le hicieron los 18 días entre el scudetto y la final de Manchester de 2003 (la que perdió por penaltis contra el Milan). A esa cita los chicos de Marcello Lippi llegaron vaciados. La baja de Pavel Nedved por sanción y la búsqueda de una alternativa para sustituirle fue sólo uno de los tantos rompecabezas que hizo tan tensa esa espera. Allegri evitó sobrecargar a sus jugadores física y mentalmente y les concedió tres días de descanso para desconectar. “Para preparar la final no se necesita trabajar el doble, ni pasar tres horas viendo vídeos del rival. Hace falta tranquilidad y serenidad. Hay que trabajar bien y pensar poco”, dijo. La Juve, como el Athletic, también perdió la final ante el Barça de Luis Enrique.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de deportes, especializada en polideportivo, temas sociales y de abusos. Ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_