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La Casa del Rey expresa su “respeto absoluto a la independencia del Poder Judicial”

Felipe VI ha afrontado la sentencia en un acto público en el Museo Thyssen-Bornemisza

Los Reyes, este viernes, en el Thyssen-Bornemisza.Foto: atlas | Vídeo: C. ÁLVAREZ / ATLAS
Miquel Alberola

La sentencia del caso Nóos ha llegado este viernes mientras los Reyes asistían —junto al presidente de Hungría, János Áder, y su esposa, Anita Herczegh— a la inauguración de la exposición Obras maestras de Budapest. Del Renacimiento a las Vanguardias en el Museo Thyssen-Bornemisza. La agenda de La Zarzuela tenía fijado este acto con anterioridad a conocerse que el mismo día y aproximadamente a la misma hora, las 12.00, sería difundido el fallo de este caso que tantas consecuencias ha tenido para la Corona por sentar en el banquillo a una hermana del Rey, Cristina de Borbón. La Audiencia de Palma ha condenado a Iñaki Urdangarin a 6 años y 3 meses de cárcel y ha absuelto a la infanta Cristina. Fuentes de La Zarzuela, mientras los Reyes efectuaban un recorrido por la exposición, han expresado su "respeto absoluto a la independencia del Poder Judicial".

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Durante el acto, los Reyes se han mostrado con naturalidad y a menudo sonrientes. Solo han intercambiado palabras con las autoridades que les esperaban y con los trabajadores del museo, con los que han posado para una foto. A diferencia de otros actos similares, los periodistas no han podido acceder al museo para acompañarles en su visita a la exposición. Tras finalizar la visita, han regresado al Palacio de La Zarzuela, donde ofrecían un almuerzo al presidente húngaro y su esposa.   

El caso Nóos ha sido el principal problema que ha tenido la Monarquía como institución en España desde su restauración en 1975, hasta el punto de reducir a la mínima expresión el crédito que alcanzó en 1981, cuando el Rey evitó que prosperara la intentona golpista del 23-F, y poner en riesgo su continuidad.

Más allá del desgarro familiar, el escándalo de los supuestos negocios irregulares de Iñaki Urdangarin efectuados a la sombra de la Corona, a través del Instituto Nóos, y su procesamiento junto a su esposa, la infanta Cristina, tras ser imputada el 7 de enero de 2014 como supuesta cooperadora necesaria, forzó la abdicación de Juan Carlos I y ha suministrado abundante y poderosa munición a los partidarios de la República.

Los Reyes, este viernes, en el Museo Thyssen, junto a Carmen Cervera.
Los Reyes, este viernes, en el Museo Thyssen, junto a Carmen Cervera.
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La sólida imagen que tenía la Corona como garante de la democracia se difuminó con el estallido del caso en noviembre de 2011, cuando se produjo el registro en la sede del instituto. Y se fue rellenando de connotaciones negativas a medida que Diego Torres, el exsocio de Urdangarin en Nóos, trataba de involucrar a La Zarzuela en el proceso judicial, bien en sus declaraciones ante el juez o mediante la filtración de correos electrónicos que apuntaban a la Zarzuela.

Torres acabó situando a Cristina de Borbón en el centro de las actividades de esa entidad sin ánimo de lucro, parte de cuyos beneficios, según las facturas presentadas por el exsocio, acabaron en la caja de la sociedad Aizoon, propiedad de los entonces Duques de Palma.

En estas actividades, realizadas a costa de Administraciones que poco tiempo después tendrían que aplicar severos recortes, como la Generalitat valenciana, el Gobierno de Baleares y el Ayuntamiento de Valencia, Nóos recibió unos seis millones, según la fiscalía. En una sociedad escandalizada por la corrupción y marcada por la crudeza de la peor crisis económica sufrida en la España democrática, la sospecha de que un miembro de la familia del Rey hubiese estado logrando adjudicaciones millonarias por trabajos ficticios, o sin contenido, bajo el paraguas de la Casa del Rey resultaba devastadora para la credibilidad de la institución.

La Zarzuela se vio obligada a apartar a Urdangarin de las actividades oficiales de la familia real como consecuencia de la investigación a la que estaba siendo sometido y por la que acabó imputado pocos días después por malversación de caudales públicos, fraude, falsedad documental, prevaricación y evasión de impuestos. Tan solo cinco días antes, el Rey, que era su suegro, había deslizado en su mensaje navideño: “La justicia es igual para todos”.

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Juan Carlos I no logró, ni a través de intermediarios ni personalmente, que Cristina aceptara ninguna de las dos opciones con las que La Zarzuela consideraba que se podía solucionar el problema: el divorcio o su renuncia a los derechos de sucesión. Los esfuerzos por taponar la hemorragia que Nóos había causado en La Zarzuela eran ineficaces.

La confianza de los españoles en la Monarquía se derrumbó más aún en abril de 2012 al conocerse que el Rey había estado cazando elefantes en Botsuana, justo en medio de la incertidumbre que vivía España sobre una posible intervención por parte de la Unión Europea. La interacción entre Nóos y Botsuana (donde también se encontraba la amiga del Rey Corinna Sayn-Wittgenstein), actuó como un poderoso disolvente.

Esa situación en el límite precipitó la abdicación en 2014, una posibilidad que no había contemplado el Rey, para abrir un nuevo escenario con el Príncipe Felipe que tratara de preservar la institución. “Sin el caso Nóos es difícil que Juan Carlos I hubiese abdicado”, admiten ahora fuentes del entorno del Rey emérito, con la convicción de que todo lo demás hubiese acabado olvidándose. Pero Nóos había derribado el tabú de la Monarquía que se había forjado en la Transición.

Con la proclamación de Felipe VI, Cristina dejó de formar parte de la familia real. El Rey ensanchó aún más el cortafuegos revocando a su hermana el título del Ducado de Palma, una de las decisiones más dolorosas que ha tenido que adoptar. Asimismo, puso en marcha medidas de conducta, austeridad y transparencia para redireccionar el destino de la Corona alejar la presión de La Zarzuela.

A pesar de todos los cortafuegos establecidos por Felipe V, el vínculo no se disolvió del todo. Aunque la infanta ha perdido el derecho a usar el título de duquesa de Palma, su posición en la línea de sucesión al trono de España sigue vigente, a menos que renuncie de forma voluntaria, o se le arrebate mediante una reforma de la Constitución, con referéndum incluido.

La sentencia del caso vuelve a poner a la Corona en una situación de tensión. La absolución o la condena de Cristina de Borbón, supone situar de nuevo bajo los focos al Rey, a pesar de los esfuerzos por desmarcar a la institución del clima que propició el caso. 

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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